Análisis de amenazas y riesgos sobre mis activos de información

 Después de identificar los activos presentes en mi casa en la actividad anterior, he llevado a cabo una valoración intuitiva de las amenazas que podrían afectar a cada uno de ellos. El objetivo de esta actividad es tomar conciencia de los riesgos reales a los que está expuesta la información en mi entorno personal, aunque no se trate de una empresa ni de una organización formal.

Principales amenazas consideradas

Para cada activo he pensado en posibles amenazas que podrían dañarlo o comprometerlo. Estas amenazas pueden ser tanto de origen externo (como un ciberataque o el robo físico de un dispositivo), como de origen interno o accidental(como un fallo técnico o la pérdida involuntaria de archivos). A continuación, describo las amenazas más relevantes:

  • Robo o pérdida física: Cualquier dispositivo puede extraviarse, ser robado o quedar expuesto si no se guarda correctamente. Esto afecta especialmente al móvil, al ordenador portátil, al disco duro externo y a los documentos en papel.

  • Malware, virus o software malicioso: El uso de Internet implica riesgo de descargar archivos infectados o visitar páginas peligrosas. El portátil y el móvil son especialmente vulnerables si no tienen protección adecuada.

  • Acceso no autorizado: Si alguien obtiene acceso a mi red Wi-Fi, a mis dispositivos o a mis cuentas online, podría robar o manipular mi información. Esta amenaza es aplicable a casi todos los activos digitales.

  • Pérdida accidental de datos: Se refiere a borrar archivos sin querer, no hacer copias de seguridad o perder documentación importante. Es un riesgo habitual y fácil de prevenir si se toman medidas simples.

  • Fallo técnico o eléctrico: Una subida de tensión, apagón repentino o error del sistema puede dañar un dispositivo o interrumpir el acceso a la información. Afecta sobre todo al router, al disco duro externo y a la Smart TV.


Evaluación del riesgo

Aunque no se ha usado una tabla numérica, he valorado cuán grave sería la pérdida o el daño de cada activo ante estas amenazas. Por ejemplo:

  • Perder el móvil o que alguien acceda a él sin permiso tendría un riesgo muy alto, ya que contiene múltiples cuentas, datos bancarios y contactos.

  • Que el portátil se infecte con un virus sería altamente perjudicial, porque en él están mis trabajos universitarios, archivos personales y documentos escaneados.

  • La documentación física, si se pierde o es robada, podría usarse para suplantación de identidad o fraudes.

  • El router Wi-Fi, aunque no almacena información, si no está bien protegido puede abrir la puerta a ataques a toda la red doméstica.

  • El disco duro externo, si se rompe y no tengo otra copia de seguridad, supondría una pérdida importante de archivos valiosos.


Este análisis me ha hecho ver que no hace falta ser una empresa para tener riesgos de seguridad reales. En un hogar hay múltiples dispositivos y documentos que necesitan protección. Con medidas simples, como usar contraseñas seguras, mantener software actualizado y realizar copias de seguridad, se puede reducir significativamente el impacto de estas amenazas.

La clave está en anticiparse. Detectar qué activos pueden verse afectados y por qué tipo de amenazas me ayuda a priorizar qué proteger primero y cómo hacerlo.

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